Durante la visita, la guía nos contó una curiosidad:
Al realizar unas obras de restauración, encontraron enterrada en el actual emplazamiento del palacio, una placa de época romana que indicaba "terreno no edificable".
Y ciertamente los romanos no habían construido ningún edificio en aquella zona de la ciudad. Pues bien, actualmente, quizás por la proximidad al Tíber, se detectó que el terreno estaba cediendo, y que la fachada del palacio que daba a los jardines se está hundiendo lentamente, mientras que parte de la fachada que da a la plaza se está inclinando hacia delante, motivo por el cual se han tenido que instalar unas abrazaderas para sujetar las partes más importantes de la decoración de piedra.