El Leviatán es un animal bíblico, una especie de monstruo marino, asociado con el diablo. Una suerte de monstruo enorme y terrorífico.
Un nombre extraño para una obra, ¿no?
Para Hobbes el Leviatán era una metáfora del Estado, un animal enorme constituido por la suma de todos los individuos. Su fuerza radicaba precisamente en esa unión de pequeños sujetos, agrupados con el fin de crear un ser lo suficientemente grande con el objetivo de evitar que los peces grandes se coman a los pequeños.
Hobbes observa al hombre como una máquina dentro de un mundo que es una máquina en sí mismo. El sistema político funciona gracias a cada hombre. Cada hombre es una realidad política.
Hobbes rechaza la idea aristotélica de que el hombre es un ser social por naturaleza, no la comparte. Según su opinión, el hombre crea la sociedad por puro egoísmo, por previsión, por cálculo, no es un hecho natural, sólo lo hace en la búsqueda de su seguridad.
Hobbes reconoce que odia el desorden, la disensión. Vivió desde niño tiempos turbulentos en Inglaterra y emigró a París en búsqueda de estabilidad. Detesta tanto la asuencia de seguridad, que considera el estado natural del hombre, cuando no existía ninguna sociedad, como un periodo horrible. En esa época, según él, primaba la libertad y la igualdad sobre la seguridad. El hombre era un lobo para el hombre. Hace una crítica a la libertad y a la igualdad como orígenes de los desórdenes, de la guerra... generadoras de un miedo que paralizaba el progreso de la humanidad, las funciones creadoras.
Los hombres pusieron fin a esa situación por puro egoísmo, por su instinto de conservación. El estado se creó de la nada. Se llegó a un pacto en el cual los hombres renunciaban a esos derechos nefastos, como él los llama, en favor del Leviatán. Los hombres son las moléculas constitutivas del enorme monstruo.
Es una concepción individualista utilitarista, que sirve de fundamento a la autoridad. Por otro lado, no debe nada a la autoridad cristiana. La legitimidad para Hobbes sólo nace de la necesidad de seguir conviviendo. Aunque se reconozcan los individuos, deben expresar un pensamiento único que conforme la voluntad general del Leviatán.
El Leviatán no liga a los sujetos, el soberano es absoluto en la medida que garantice la ausencia de altercados. Él decidirá que se puede o no hacer. El absolutismo inglés es mucho más absoluto que el francés en este sentido. Su finalidad es siempre la seguridad. Hay una ruptura con las ideas medievales en las que el rey sí tenía obligaciones. Para Hobbes, el soberano no está limitado por las instituciones (Bodin), pero tampoco por la religión ni por la moral. Nada de esto debe limitar el poder del soberano. Es el estado el que decidirá qué es justo o injusto, fijará las leyes morales y religiosas. La gente sólo debe obedecer (positivismo radical). Hobbes no quiere saber nada ni del derecho natural, ni del derecho de gentes, ni de la moral. Buscando su seguridad, la gente se ha despojado de la facultad de juzgar, en favor del soberano.
El Leviatán y la fijación de los dogmas:
El cristianismo enseña a obedecer al poder civil y al religioso al mismo tiempo. Dad al César, lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Este dualismo de origen, por ejemplo, está ausente en otras religiones como la musulmana. ¿Podremos conseguir hoy que la religión musulmana se laicice? Si es posible que una religión sea laica, claro....
Para Hobbes el jefe de la Iglesia también es el jefe del Estado, por tanto esto excluye el catolicismo, pero encaja perfectamente con Inglaterra, justificando el anglicanismo.
Con respecto a su asociación posterior con las ideas nazis, en primer lugar habría que distinguir entre autoritarismo y totalitarismo. El Leviatán, además, autoriza a los hombres a pensar, no a expresarlo. Por otro lado, la unión de los individuos es en pos de la seguridad, para superar el miedo, y desde luego el miedo estaba muy presente en la sociedad nazi.
Para Hobbes el Leviatán era una metáfora del Estado, un animal enorme constituido por la suma de todos los individuos. Su fuerza radicaba precisamente en esa unión de pequeños sujetos, agrupados con el fin de crear un ser lo suficientemente grande con el objetivo de evitar que los peces grandes se coman a los pequeños.
Hobbes observa al hombre como una máquina dentro de un mundo que es una máquina en sí mismo. El sistema político funciona gracias a cada hombre. Cada hombre es una realidad política.
Hobbes rechaza la idea aristotélica de que el hombre es un ser social por naturaleza, no la comparte. Según su opinión, el hombre crea la sociedad por puro egoísmo, por previsión, por cálculo, no es un hecho natural, sólo lo hace en la búsqueda de su seguridad.
Hobbes reconoce que odia el desorden, la disensión. Vivió desde niño tiempos turbulentos en Inglaterra y emigró a París en búsqueda de estabilidad. Detesta tanto la asuencia de seguridad, que considera el estado natural del hombre, cuando no existía ninguna sociedad, como un periodo horrible. En esa época, según él, primaba la libertad y la igualdad sobre la seguridad. El hombre era un lobo para el hombre. Hace una crítica a la libertad y a la igualdad como orígenes de los desórdenes, de la guerra... generadoras de un miedo que paralizaba el progreso de la humanidad, las funciones creadoras.
Los hombres pusieron fin a esa situación por puro egoísmo, por su instinto de conservación. El estado se creó de la nada. Se llegó a un pacto en el cual los hombres renunciaban a esos derechos nefastos, como él los llama, en favor del Leviatán. Los hombres son las moléculas constitutivas del enorme monstruo.
Es una concepción individualista utilitarista, que sirve de fundamento a la autoridad. Por otro lado, no debe nada a la autoridad cristiana. La legitimidad para Hobbes sólo nace de la necesidad de seguir conviviendo. Aunque se reconozcan los individuos, deben expresar un pensamiento único que conforme la voluntad general del Leviatán.
El Leviatán no liga a los sujetos, el soberano es absoluto en la medida que garantice la ausencia de altercados. Él decidirá que se puede o no hacer. El absolutismo inglés es mucho más absoluto que el francés en este sentido. Su finalidad es siempre la seguridad. Hay una ruptura con las ideas medievales en las que el rey sí tenía obligaciones. Para Hobbes, el soberano no está limitado por las instituciones (Bodin), pero tampoco por la religión ni por la moral. Nada de esto debe limitar el poder del soberano. Es el estado el que decidirá qué es justo o injusto, fijará las leyes morales y religiosas. La gente sólo debe obedecer (positivismo radical). Hobbes no quiere saber nada ni del derecho natural, ni del derecho de gentes, ni de la moral. Buscando su seguridad, la gente se ha despojado de la facultad de juzgar, en favor del soberano.
El Leviatán y la fijación de los dogmas:
El cristianismo enseña a obedecer al poder civil y al religioso al mismo tiempo. Dad al César, lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Este dualismo de origen, por ejemplo, está ausente en otras religiones como la musulmana. ¿Podremos conseguir hoy que la religión musulmana se laicice? Si es posible que una religión sea laica, claro....
Para Hobbes el jefe de la Iglesia también es el jefe del Estado, por tanto esto excluye el catolicismo, pero encaja perfectamente con Inglaterra, justificando el anglicanismo.
Con respecto a su asociación posterior con las ideas nazis, en primer lugar habría que distinguir entre autoritarismo y totalitarismo. El Leviatán, además, autoriza a los hombres a pensar, no a expresarlo. Por otro lado, la unión de los individuos es en pos de la seguridad, para superar el miedo, y desde luego el miedo estaba muy presente en la sociedad nazi.
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