lunes, 7 de mayo de 2012

el discurso de un emperador: entre la lucidez y la enajenación

 

Justino II, sucesor del famoso emperador Justiniano, dedicó a su propio sucesor un discurso que sorprendió por su sinceridad y clarividencia, más aún teniendo en cuenta que desde hacía tiempo su comportamiento era violento y errático.





 
"No te regodees en la sangre, abstente de la venganza, evita aquellas acciones por las cuales he incurrido en el odio público, y aprende de la experiencia mejor que del ejemplo de tu predecesor. Como hombre, he pecado; como pecador, incluso en esta vida, he sido severamente castigado; pero estos servidores (señaló a sus ministros) que han abusado de mi confianza e inflamado mis pasiones, se presentarán conmigo ante el tribunal de Cristo

1 comentario:

Isabel Barceló Chico dijo...

Muy interesante discurso. Desconozco el trasfondo, pero reconocer que se han cometido errores siempre es positivo. Un abrazo.