lunes, 7 de mayo de 2012

el discurso de un emperador: entre la lucidez y la enajenación

 

Justino II, sucesor del famoso emperador Justiniano, dedicó a su propio sucesor un discurso que sorprendió por su sinceridad y clarividencia, más aún teniendo en cuenta que desde hacía tiempo su comportamiento era violento y errático.





 
"No te regodees en la sangre, abstente de la venganza, evita aquellas acciones por las cuales he incurrido en el odio público, y aprende de la experiencia mejor que del ejemplo de tu predecesor. Como hombre, he pecado; como pecador, incluso en esta vida, he sido severamente castigado; pero estos servidores (señaló a sus ministros) que han abusado de mi confianza e inflamado mis pasiones, se presentarán conmigo ante el tribunal de Cristo

sábado, 5 de mayo de 2012

A quien ya no es joven


Ya puedes ver el trágico escenario
y cada cosa en su lugar debido,
la espada y la ceniza para Dido
y la moneda para Belisario.

A qué buscar, en el brumoso bronce
de los hexámetros la guerra
si están aquí tus siete pies de tierra
la brusca sangre y el abierto foso.

Aquí te acecha el insondable espejo
que soñara y olvidará el reflejo de tus últimas agonías.
Se acerca lo último, es el olvido al que vas todos los días.