En el periodo carolingio las abadías de Francia entraron en competición por el favor del emperador. Para borrar el recuerdo de que había tenido abandonada a la abadía de Saint Denis de París, ésta utilizó unos procedimientos singulares. Los abades sostuvieron que el Denís, o Dionisio, de la abadía se correspondía con Dionisio Aeropagita, discípulo de san Pablo, y obispo de Atenas, que supuestamente había sido enviado desde Roma a evangelizar las Galias. El tesoro de la abadía aumentó con bellos objetos presentados engañosamente como donaciones del propio Carlomagno, algunos fueron cedidos por Carlos el Calvo, nieto del emperador, como LA MESSE DE SAINT-GILLES, o misa de san Gil, obra maestra surgida de los talleres cercanos a Mosa.
En el cuadro, relizado por un pintor que trabajó en París entre 1495 y 1516 formaba parte de un políptico dedicado a la vida de san Gil. El nombre del autor, conocido como el maestro de san Gil, se desconoce. Un ángel lleva a san Gil, que oficia en Saint Denis, un pergamino en el que está escrito un pecado inconfesable de Carlomagno, que permanece arrodillado al pie del altar.
En el cuadro, relizado por un pintor que trabajó en París entre 1495 y 1516 formaba parte de un políptico dedicado a la vida de san Gil. El nombre del autor, conocido como el maestro de san Gil, se desconoce. Un ángel lleva a san Gil, que oficia en Saint Denis, un pergamino en el que está escrito un pecado inconfesable de Carlomagno, que permanece arrodillado al pie del altar.
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