Tarpeya era una virgen vestal, hija de Espurio Tarpeyo, gobernador de la ciudadela del Capitolio.
Tarpeya daría nombre a una roca situada en un risco en la vertiente sur de ese monte, hacia el foro, y sería ejemplo por los siglos del rigor con el que se debía tratar a los traidores a Roma.
La historia comienza cuando los fundadores de Roma, provenientes de la destruida Troya, celebran un banquete para congraciarse con los vecinos del territorio en el que se habían establecido, los sabinos.
Sus mujeres les gustaron tanto, que abusando de la confianza, las raptaron, y se llevaron a Roma.
De hecho, hoy en día, la tradición entre los recién casados de que el esposo entre en volandas a la mujer en su nueva casa, proviene de ahí, recordando que las sabinas tampoco lo hicieron por su voluntad.
Entonces, Tito Tacio y los demás sabinos, decidieron atacar Roma para recuperar a sus mujeres. Pero cuando la batalla estaba a punto de producirse, las sabinas, que lamentaban tener que resignarse a perder a sus padres o a sus esposos, que también les gustaban, intercedieron por la paz, y con tal éxito, que lograron una alianza entre los dos pueblos.
La participación de Tarpeya en esta historia consistió en facilitar la entrada a los sabinos a la ciudad de Roma.
Cegada por la avaricia, abrió la puerta de la ciudadela del Capitolio a los sabinos a cambio de "lo que llevaban en los brazos", en referencia a sus brazaletes de oro.
Cuando los sabinos comenzaron a acceder a la ciudad no fueron sus brazaletes lo que le arrojaron, sino lo que llevaban en el otro brazo, los pesados escudos, por lo que Tarpeya murió rápidamente sepultada y fue arrojada al vacío.
A la cima del risco donde se dice que murió, se le llamó roca Tarpeya, y desde allí, en los siglos que siguieron, a los condenados por traición a Roma, se les arrojaba con vida a las afiladas rocas del fondo.
Tarpeya daría nombre a una roca situada en un risco en la vertiente sur de ese monte, hacia el foro, y sería ejemplo por los siglos del rigor con el que se debía tratar a los traidores a Roma.
La historia comienza cuando los fundadores de Roma, provenientes de la destruida Troya, celebran un banquete para congraciarse con los vecinos del territorio en el que se habían establecido, los sabinos.
Sus mujeres les gustaron tanto, que abusando de la confianza, las raptaron, y se llevaron a Roma.
De hecho, hoy en día, la tradición entre los recién casados de que el esposo entre en volandas a la mujer en su nueva casa, proviene de ahí, recordando que las sabinas tampoco lo hicieron por su voluntad.
Entonces, Tito Tacio y los demás sabinos, decidieron atacar Roma para recuperar a sus mujeres. Pero cuando la batalla estaba a punto de producirse, las sabinas, que lamentaban tener que resignarse a perder a sus padres o a sus esposos, que también les gustaban, intercedieron por la paz, y con tal éxito, que lograron una alianza entre los dos pueblos.
La participación de Tarpeya en esta historia consistió en facilitar la entrada a los sabinos a la ciudad de Roma.
Cegada por la avaricia, abrió la puerta de la ciudadela del Capitolio a los sabinos a cambio de "lo que llevaban en los brazos", en referencia a sus brazaletes de oro.
Cuando los sabinos comenzaron a acceder a la ciudad no fueron sus brazaletes lo que le arrojaron, sino lo que llevaban en el otro brazo, los pesados escudos, por lo que Tarpeya murió rápidamente sepultada y fue arrojada al vacío.
A la cima del risco donde se dice que murió, se le llamó roca Tarpeya, y desde allí, en los siglos que siguieron, a los condenados por traición a Roma, se les arrojaba con vida a las afiladas rocas del fondo.
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