Yo le dije:
-Tu pretendiente el príncipe Shubbatú te ha liberado de tus promesas porque ha muerto en el desierto, a pesar de mis cuidados y de los del médico hitita.
Baketamon se arrancó los brazaletes de oro de sus muñecas y me los dio, diciéndome:
-Tu mensaje es bueno, Sinuhé, y te doy las gracias por él, porque he sido consagrada saterdotisa de Sekhmet y mi traje ha sido preparado ya para la fiesta de la Victoria. Pero comienzo a conocer muy bien esa enfermedad intestinal, Sinuhé, y me acuerdo de la muerte de mi hermano, el faraón Akhenaton. Por esto te digo que maldito seas, Sinuhé, y maldito seas para toda la eternidad, que tu familia sea maldita y tu nombre olvidado para siempre jamás, porque has hecho del trono de los faraones un jugete de bandoleros y han profanado para siempre más la sangre sagrada de los faraones.
Yo bajé la cabeza y puse mis manos a la altura de mis rodillas y dije:
-Que tus palabras sean cumplidas.
Y salí, y ella hizo barrer el suelo detrás de mí hasta el umbral de la mansión dorada.
Sinuhé el egipcio
Mika Waltari
2 comentarios:
Escalofriante escena. Leí Sinué hace muchísimos años, así casi no recuerdo nada. Me ha impactado la sumisión del médico a esa maldición. Saludos cordiales.
me has traído bellos recuerdos, leí ese libro hace mucho años y me impacto mucho.
Saludos
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