miércoles, 26 de agosto de 2009

La catedral de Valencia

La catedral de Valencia fue consagrada en el año 1238 por Pere D'Albalat, primer obispo tras la conquista de la ciudad a los árabes.

Ocupa el emplazamiento de la antigua mezquita, que fue demolida. Dado el peculiar emplazamiento que ocupaba (estrecho y rodeado de viviendas), la planta de la catedral está dispuesta de una forma un tanto particular. Ejemplo de ésto, es la puerta principal, la llamada "de los hierros", que se ve obligada a retorcerse sobre sí misma.



Justo al lado izquierdo de esta fachada, se levanta el campanario conocido como "el Miguelete" o "Micalet" (recibiendo el mismo nombre que el de la campana albergada allí), de 51 metros de altura.



La catedral cuenta con otras puertas, como la de "los Apóstoles". Allí se reunen todos los jueves los miembros del "Tribunal de las Aguas", institución que desde orígenes medievales desconocidos, juzga y organiza los asuntos relativos a la distribución y el reparto del agua de las acequias que riegan la vega de la ciudad. Actualmente sigue ejecutando sus funciones con reconocimiento legal. Es un espectáculo muy curioso.



La ciudad de Valencia tuvo una época de explendor que se vio culminada con el ascenso al papado de los miembros de la familia Borja, originarios de la ciudad de Játiva, al sur de Valencia.
Siendo todavía cardenal, el que sería Alejandro VI, consiguió para Valencia el rango de metropolitana en el año 1492, por el papa Inocencio VIII.
Una vez elegido, en 1502 promulgó la bula papal que daba a los estudios de Valencia la categoría de Universidad, constituyéndose con el visto bueno del rey Fernando en el año 1503, como una de las primeras de Europa.

En el año 2004 se desmontó una bóveda barroca con ánimo de restaurarla, y bajo ella aparecieron unos frescos renancentistas que no se recordaban. Se trata de unos ángeles músicos que fueron sufragados por el que sería futuro papa tras un incendio que afectó el edificio.






La tradición cuenta que el cáliz llegó a Roma con Pedro, y allí se quedó hasta el siglo tercero, donde por la persecución de los romanos, obligó al papa Sixto II a ponerlo en manos de un diácono suyo originario de Huesca, Aragón, para que lo escondiera allí. Tuvo un largo peregrinaje, hasta que llegó a Valencia en compañía del rey Alfonso el Magnánimo, rey de Aragón. Así tomó el monarca posesión del supuesto Santo Cáliz., y lo conservó en su capital, Valencia. Éste rey se embarcó durante años en guerras en Italia, hasta que conquistó el reino de Nápoles. Como el cabildo catedralicio le financió en sus guerras, recibió el vaso sagrado como pago.
Actualmente el cáliz está montado y decorado con elementos posteriores, pero el material original está datado entorno al cambio de era, por lo que no se puede descartar que no estuviera en la última cena. Para aquel que crea, puede indagar más sobre este asunto, porque la historia está estudiadamente bien justificada.


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